Nada como sentarse tras una larga jornada en un pequeño café a disfrutar de unos macarrones, la música de una pequeña banda indie, y los gritos de una persona con muy bajo umbral del dolor.
Bienvenido a Horror Picture Tea, el lugar perfecto para tomar un café o ver una exposición de ilustración mientras esperas a que te hagan un nuevo tatuaje. Según el dueño, Guillaume Sanchez, éste concepto es completamente único en París, ciudad en la cual se encuentra esta pequeña patisserie/tattoo parlor. El lugar se define como un espacio donde el lujo y el estilo urbano se mezclan para atraer a todos aquellos que valoran el eclecticismo.
En este lugar, un grupo de meseros tatuados sirve deliciosas recetas de pastelillos dulces y coloridos que pocos esperarían encontrar en un lugar tan underground, así como tés de todos colores y sabores, los cuales son la especialidad del lugar y, por supuesto, parte de su encanto.
Los tatuajes son una bomba de creatividad, cada uno de ellos es completamente único e incluso puede ser customizado por el cliente. Lo mejor es que éstos se hacen bajo las mejores condiciones, por lo que el tatuaje es completamente seguro.
Si a esto le sumamos que de jueves a domingo se pueden disfrutar de las actuaciones de jóventes bandas y artistas, además de las exposiciones de arte urbano que frecuentemente presenta el café, tenemos un lugar que tiene todo para ser un gran éxito en la escena underground.
Aquí dejo un video que, a pesar de estar en francés, nos deja perfectamente en claro la vibra que se percibe en este lugar.
Un blog dedicado a la modificación del cuerpo. Tatuajes, Piercings, Implantes, Escarificación (incisiones), Branding. Explora la historia, los motivos y los significados de estas formas de modificación corporal.
viernes, 28 de octubre de 2011
El marco - Saki
–La jerga artística de esa mujer me cansa –dijo Clovis a su amigo periodista–. Tiene la manía de decir que ciertos cuadros “brotan de uno”, como si se tratara de una especie de hongo.
–Eso me recuerda –dijo el periodista– la historia de Henri Deplis. ¿Nunca se la conté?
Clovis negó con la cabeza.
–Henri Deplis era nativo del Gran Ducado de Luxemburgo. Tras madura reflexión se convirtió en viajante de negocios. Sus actividades lo obligaban con frecuencia a atravesar los límites del Gran Ducado, y se encontraba en una pequeña ciudad del norte de Italia cuando le llegó la noticia de que recibiría una herencia de un pariente lejano recientemente fallecido.
No era una suma de dinero importante, aun desde el modesto punto de vista de Henri Deplis, pero lo impulsó a permitirse algunas extravagancias aparentemente inocuas. En particular, a patrocinar el arte local representado por las agujas de tatuaje del Signor Andreas Pincini. El Signor Pincini era, quizá, el más brilante maestro del arte del tatuaje que haya conocido Italia, pero la pobreza se cotntaba por cierto entre las circunstancias de su vida, y por la suma de seiscientos francos aceptó complacido cubrir la espalda de su cliente, desde el cuello hasta la cintura, con una deslumbrante representación de la Caída de Ícaro. La composición, una vez finalizada, decepcionó ligeramente a Monsieur Deplis, quien suponía que Ícaro era una fortaleza tomada por Wallenstein durante la Guerra de los Treinta Años. De todos modos se sintió más que satisfecho con la ejecución de la obra, que fue aclamada por todos los que tuvieron el privilegio de verla, como la obra maestra de Pincini.
Fue su mayor y último esfuerzo. Sin esperar siquiera que se le pagara, el ilustre artesano, dejó esta vida y fue sepultado bajo una ornamentada tumba cuyos alados querubines no hubieran ofrecido campo suficiente para el ejercicio de su arte favorito. Quedaba, sin embargo, la viuda de Pincini, a quien se le debían seiscientos francos. Y fue entonces cuando se produjo la gran crisis en la vida de Henri Deplis, viajante de negocios. La herencia, tras numerosas y pequeñas acometidas, quedó reducida a proporciones muy insignificantes, y una vez pagada una urgente cuenta de vinos y varias otras deudas, había para ofrecer a la viuda poco más que cuatrocientos treinta francos. La dama se sintió justamente indignada, no sólo, según explicó abundando en detalles, por los ciento setenta francos que faltaban, sino porque se pretendía depreciar el valor de la reconocida obra maestra de su marido. Al cabo de una semana, Deplis tuvo que disminuir su oferta a cuatrocientos cinco francos, circunstancia que tornó la indignación de la viuda en la más viva furia y la indujo a cancelar la venta de la obra de arte. Unos días después Deplis se enteró con cierta consternación de que la había donado a la municipalidad de Bérgamo, que la aceptó agradecida. Deplis abandonó el vecindario tan discretamente como pudo y se sintió sinceramente aliviado cuando, en razón de sus negocios tuvo que ir a Roma, donde abrigaba la esperanza de que se perdiera de vista su identidad y la del famoso cuadro.
Pero llevaba en sus espaldas el genio del difunto artista. Al presentarse un día en el corredor de un sauna debió vestirse de prisa forzado por el propietario del lugar oriundo del norte de Italia que se negaba enfáticamente a permitir que la celebrada Caída de Ícaro se exhibiera en público sin autorización de la municipalidad de Bérgamo. El interés público y la vigilancia oficial aumentaron a medida que el caso fue difundiéndose, y Deplis ya no podía darse el más breve baño en el mar o en el río, aun en las tardes más calientes, a no ser que vistiera ropa que lo cubriera hasta la nuca. Tiempo después, las autoridades de Bérgamo pensaron que el agua salada podía resultar perjudicial a la obra maestra y lograron que se emitiera una ordenanza que prohibía al acosado viajero bañarse en el mar cualquiera fuere la circunstancia. Deplis, por tanto, se mostró fervientemente agradecido cuando sus empleadores le encontraron un nuevo campo de actividades en la zona de Burdeos. Su dicha, sin embargo, cesó abruptamente en la frontera franco-italiana. Un importante despliegue de fuerzas oficiales impidió su partida, y se le recordó severamente la estricta ley que prohíbe la exportación de obras de arte italianas.
Entre los gobiernos de Italia y Luxemburgo tuvo lugar un entredicho diplomático, y por un tiempo la situación europea se vio ensombrecida por la posibilidad de una contienda. Pero el gobierno italiano se mantuvo firme; se negó a librar la menor acción a la suerte y aun a la vida de Henri Deplis, viajante de negocios, pero se mostró inconmovible en su decisión de impedir que la Caída de Ícaro (del difunto Pincini, Andreas), propiedad de la municipalidad de Bérgamo, saliera del país.
La agitación cesó palatinamente, pero el desdichado Deplis, que era retraído por naturaleza, se convirtió unos meses más tarde en centro de una furiosa controversia. Un alemán experto en arte, que había obtenido de la municipalidad de Bérgamo permiso para inspeccionar la famosa obra maestra, declaró que se trataba de un falso Pincini, probablemente la obra de algún discípulo suyo contratado durante sus años de decadencia. El testimonio de Deplis carecía de valor, pues durante el largo proceso de tatuado, había estado sometido a la influencia de los narcóticos habituales. El editor de un periódico de arte italiano refutó los argumentos del experto alemán y se propuso demostrar que su vida privada no se ajustaba a ninguna de las normas modernas de decencia. Toda Italia y toda Alemania se vieron envueltas en la disputa, y el resto de Europa no tardó en participar de la misma. Hubo discusiones acaloradas en el parlamento español y la Universidad de Copenhague otorgó una medalla de oro al experto alemán (después de haber enviado a una comisión para que examinara sus pruebas in situ), mientras que dos estudiantes polacos se suicidaron en París para mostrar lo que ellos pensaban al respecto.
Entre tanto, no mejoró la suerte del desdichado marco humano y no es sorprendente que se incorporara a las filas de los anarquistas italianos. Cuatro veces por lo menos fue escoltado hasta la frontera como extranjero indeseable y peligroso, pero lo traían siempre de vuelta como la Caída de Ícaro (atribuida de Pincini, Andreas, principios del siglo XX). Hasta que un día, durante un congreso anarquista que tuvo lugar en Génova, un camarada, en el calor del debate, le rompió sobre la espalda un pequeño frasco lleno de un líquido corrosivo. La camisa roja que llevaba mitigó el efecto, pero el Ícaro fue dañado hasta el punto de que ya no era reconocible. El atacante fue reprendido severamente por agredir a un camarada y recibió la pena de siete años de prisión por arruinar un tesoro artístico nacional. No bien pudo Henri Deplis dejar el hospital fue obligado a cruzar la frontera como extranjero indeseable.
En las calles más tranquilas de París, cerca del Ministerio de Bellas Artes, suele encontrarse a veces a un hombre deprimido y ansioso que habla con ligero acento luxemburgués como puede advertirse al entrar en conversación con él. Abriga la ilusión de ser uno de los brazos perdidos de la Venus de Milo y espera persuadir al gobierno francés de que lo compre. En todo lo demás, creo, es moderadamente cuerdo.
–Eso me recuerda –dijo el periodista– la historia de Henri Deplis. ¿Nunca se la conté?
Clovis negó con la cabeza.
–Henri Deplis era nativo del Gran Ducado de Luxemburgo. Tras madura reflexión se convirtió en viajante de negocios. Sus actividades lo obligaban con frecuencia a atravesar los límites del Gran Ducado, y se encontraba en una pequeña ciudad del norte de Italia cuando le llegó la noticia de que recibiría una herencia de un pariente lejano recientemente fallecido.
No era una suma de dinero importante, aun desde el modesto punto de vista de Henri Deplis, pero lo impulsó a permitirse algunas extravagancias aparentemente inocuas. En particular, a patrocinar el arte local representado por las agujas de tatuaje del Signor Andreas Pincini. El Signor Pincini era, quizá, el más brilante maestro del arte del tatuaje que haya conocido Italia, pero la pobreza se cotntaba por cierto entre las circunstancias de su vida, y por la suma de seiscientos francos aceptó complacido cubrir la espalda de su cliente, desde el cuello hasta la cintura, con una deslumbrante representación de la Caída de Ícaro. La composición, una vez finalizada, decepcionó ligeramente a Monsieur Deplis, quien suponía que Ícaro era una fortaleza tomada por Wallenstein durante la Guerra de los Treinta Años. De todos modos se sintió más que satisfecho con la ejecución de la obra, que fue aclamada por todos los que tuvieron el privilegio de verla, como la obra maestra de Pincini.
Fue su mayor y último esfuerzo. Sin esperar siquiera que se le pagara, el ilustre artesano, dejó esta vida y fue sepultado bajo una ornamentada tumba cuyos alados querubines no hubieran ofrecido campo suficiente para el ejercicio de su arte favorito. Quedaba, sin embargo, la viuda de Pincini, a quien se le debían seiscientos francos. Y fue entonces cuando se produjo la gran crisis en la vida de Henri Deplis, viajante de negocios. La herencia, tras numerosas y pequeñas acometidas, quedó reducida a proporciones muy insignificantes, y una vez pagada una urgente cuenta de vinos y varias otras deudas, había para ofrecer a la viuda poco más que cuatrocientos treinta francos. La dama se sintió justamente indignada, no sólo, según explicó abundando en detalles, por los ciento setenta francos que faltaban, sino porque se pretendía depreciar el valor de la reconocida obra maestra de su marido. Al cabo de una semana, Deplis tuvo que disminuir su oferta a cuatrocientos cinco francos, circunstancia que tornó la indignación de la viuda en la más viva furia y la indujo a cancelar la venta de la obra de arte. Unos días después Deplis se enteró con cierta consternación de que la había donado a la municipalidad de Bérgamo, que la aceptó agradecida. Deplis abandonó el vecindario tan discretamente como pudo y se sintió sinceramente aliviado cuando, en razón de sus negocios tuvo que ir a Roma, donde abrigaba la esperanza de que se perdiera de vista su identidad y la del famoso cuadro.
Pero llevaba en sus espaldas el genio del difunto artista. Al presentarse un día en el corredor de un sauna debió vestirse de prisa forzado por el propietario del lugar oriundo del norte de Italia que se negaba enfáticamente a permitir que la celebrada Caída de Ícaro se exhibiera en público sin autorización de la municipalidad de Bérgamo. El interés público y la vigilancia oficial aumentaron a medida que el caso fue difundiéndose, y Deplis ya no podía darse el más breve baño en el mar o en el río, aun en las tardes más calientes, a no ser que vistiera ropa que lo cubriera hasta la nuca. Tiempo después, las autoridades de Bérgamo pensaron que el agua salada podía resultar perjudicial a la obra maestra y lograron que se emitiera una ordenanza que prohibía al acosado viajero bañarse en el mar cualquiera fuere la circunstancia. Deplis, por tanto, se mostró fervientemente agradecido cuando sus empleadores le encontraron un nuevo campo de actividades en la zona de Burdeos. Su dicha, sin embargo, cesó abruptamente en la frontera franco-italiana. Un importante despliegue de fuerzas oficiales impidió su partida, y se le recordó severamente la estricta ley que prohíbe la exportación de obras de arte italianas.
Entre los gobiernos de Italia y Luxemburgo tuvo lugar un entredicho diplomático, y por un tiempo la situación europea se vio ensombrecida por la posibilidad de una contienda. Pero el gobierno italiano se mantuvo firme; se negó a librar la menor acción a la suerte y aun a la vida de Henri Deplis, viajante de negocios, pero se mostró inconmovible en su decisión de impedir que la Caída de Ícaro (del difunto Pincini, Andreas), propiedad de la municipalidad de Bérgamo, saliera del país.
La agitación cesó palatinamente, pero el desdichado Deplis, que era retraído por naturaleza, se convirtió unos meses más tarde en centro de una furiosa controversia. Un alemán experto en arte, que había obtenido de la municipalidad de Bérgamo permiso para inspeccionar la famosa obra maestra, declaró que se trataba de un falso Pincini, probablemente la obra de algún discípulo suyo contratado durante sus años de decadencia. El testimonio de Deplis carecía de valor, pues durante el largo proceso de tatuado, había estado sometido a la influencia de los narcóticos habituales. El editor de un periódico de arte italiano refutó los argumentos del experto alemán y se propuso demostrar que su vida privada no se ajustaba a ninguna de las normas modernas de decencia. Toda Italia y toda Alemania se vieron envueltas en la disputa, y el resto de Europa no tardó en participar de la misma. Hubo discusiones acaloradas en el parlamento español y la Universidad de Copenhague otorgó una medalla de oro al experto alemán (después de haber enviado a una comisión para que examinara sus pruebas in situ), mientras que dos estudiantes polacos se suicidaron en París para mostrar lo que ellos pensaban al respecto.
Entre tanto, no mejoró la suerte del desdichado marco humano y no es sorprendente que se incorporara a las filas de los anarquistas italianos. Cuatro veces por lo menos fue escoltado hasta la frontera como extranjero indeseable y peligroso, pero lo traían siempre de vuelta como la Caída de Ícaro (atribuida de Pincini, Andreas, principios del siglo XX). Hasta que un día, durante un congreso anarquista que tuvo lugar en Génova, un camarada, en el calor del debate, le rompió sobre la espalda un pequeño frasco lleno de un líquido corrosivo. La camisa roja que llevaba mitigó el efecto, pero el Ícaro fue dañado hasta el punto de que ya no era reconocible. El atacante fue reprendido severamente por agredir a un camarada y recibió la pena de siete años de prisión por arruinar un tesoro artístico nacional. No bien pudo Henri Deplis dejar el hospital fue obligado a cruzar la frontera como extranjero indeseable.
En las calles más tranquilas de París, cerca del Ministerio de Bellas Artes, suele encontrarse a veces a un hombre deprimido y ansioso que habla con ligero acento luxemburgués como puede advertirse al entrar en conversación con él. Abriga la ilusión de ser uno de los brazos perdidos de la Venus de Milo y espera persuadir al gobierno francés de que lo compre. En todo lo demás, creo, es moderadamente cuerdo.
Glow in the dark
Muchos trabajos aún prohiben que sus empleados lleven tatuajes. En algunos otros, mientras el dibujo esté en un lugar no visible, se acepta que los tengan. Pienso que este tipo de tatuajes está de maravilla para todos aquellos que quieren ocular sus tatuajes a sus jefes. A simple vista, la piel no tiene pigmento alguno, pero en cuanto la luz negra entra en escena...
jueves, 13 de octubre de 2011
Dread-full
Ah, las rastas. Ese peinado caprichoso que hace ver a uno como una impresionante Medusa y que mi mamá me prohibió tajantemente tener alguna vez. A mi parecer, las rastas y los tatuajes (o cualquier forma de modificación corporal, realmente) son dos cosas que se llevan muy bien juntas, como podemos apreciar en todos estos casos:
Así que me dije, por qué no incorporar las rastas a mi colección, ya que son un elemento casi icónico de las tribus urbanas. Mi investigación me llevó a las llamadas chicas 'techo goth' quienes llevan en la cabeza grandes matas de rastas multicolor.
Pero, para evitar maltratar su pelo y al mismo tiempo tener una mayor gama de colores disponible, ellas no hacen las rastas con su pelo, sino comprar o hacen por su cuenta rastas de lana. Por medio de una técnica de enfieltrado, se toma la fibra peinada para crear delgados rollitos de lana que finalmente dan la apariencia de rastas. Después se colocan en el cabello cual si fueran extensiones de cabello.
Obviamente esta no es una práctica que se limite a este único grupo de personas, sino que muchos otros han adoptado las rastas de lana por diversas razones, tanto como para incluir color y diferentes texturas en su peinado, como para incrementar el volúmen del cabello. El resultado es en la mayoría de los casos muy bueno, y bastante real.
La siguiente tarea era, obviamente, ponerme a diseñar y experimentar con la textura. A continuación muestro una imagen que me gustó muchísimo, pues creo que representa un poco de lo que quiero plasmar en el look, además de que cuenta con los elementos que imitaré: la piel tatuada, los piercins y las rastas.
El primer paso era experimentar para crear las rastas de lana. Un proceso que se me figuraba arduo y laborioso, pero que tendría que hacer para tener la textura ideal. Algo más o menos así:
Así que me dispuse a buscar el material. Entonces, el milagro ocurrió. Buscando lana cruda, cardada para hacer el enfieltrado, llegué a un lugar donde, ¡oh, sorpresa!, vendían cordones de lana justo como yo los necesitaba. Perfecto. Eso me ahorraba muchísimo tiempo y trabajo.
Después de una experimentación de tejido y teñido de la lana, llegué finalmente a la aplicación de la inspiración y la técnica a un look que, si bien no está terminado, opino yo que va por buen camino, ¿no?
miércoles, 12 de octubre de 2011
A flor de piel
Debo admitir que, de las diferentes formas de modificación corporal extremas, esta es la que más me llama la atención, y la única que seriamente consideraría hacerme. La aplicación de implantes de silicona en el cuerpo se hace de modo subdermal o transdermal con motivos de decoración. Después de insertar el implante, la figura de éste genera un relieve en la piel que, he de confesar, tengo mucha curiosidad de llegar a tocar algún día.
Ahora pasemos a la escarificación. Este es el tipo de modificación que nunca, repito NUNCA me haría. No sé como pueden soportar el dolor. Bueno, sí sé. Dentro de las tribus indígenas, mastican diferentes plantas para disminuir las sensaciones; supongo yo que los miembros de las tribus urbanas hacen un poco de lo mismo. Plantas... u otras sustancias. Tal vez sea la práctica más sanguinolenta, gracias a los cortes que se hacen para producir las escaras y cicatrices. El volúmen de éstas depende tanto del tipo de cicatrización en la piel del individuo como a si se usan diversas sustancias para que se 'inflen'.
Este tipo de transformación en la piel me llevó a querer experimentar con pieles animales, cuero que asemejara la piel desnuda de un humano que ha pasado por estos procesos de modificación corporal. Encontré varios ejemplos de formas de grabar y moldear la piel para que se adaptara al cuerpo.
Lo más curioso que encontré, fue una especie de prenda interior, para hacer creer que a uno 'se le ve la rayita'.
Después de la investigación, decidí ponerme a experimentar, y finalmente llegué a hacer una transformación al estilo de gofrado. Humedeciendo la piel con alcohol y ejerciendo presión con moldes, pude generar una textura que remite al volúmen que se hace gracias a los implantes.
¡Ahora hay implantes de flores en la piel!
Habrá que esperar un poco más para la prenda terminada, porque coser la piel no es muy fácil que digamos. ¡Pronto esperen fotos!
Ahora pasemos a la escarificación. Este es el tipo de modificación que nunca, repito NUNCA me haría. No sé como pueden soportar el dolor. Bueno, sí sé. Dentro de las tribus indígenas, mastican diferentes plantas para disminuir las sensaciones; supongo yo que los miembros de las tribus urbanas hacen un poco de lo mismo. Plantas... u otras sustancias. Tal vez sea la práctica más sanguinolenta, gracias a los cortes que se hacen para producir las escaras y cicatrices. El volúmen de éstas depende tanto del tipo de cicatrización en la piel del individuo como a si se usan diversas sustancias para que se 'inflen'.
Este tipo de transformación en la piel me llevó a querer experimentar con pieles animales, cuero que asemejara la piel desnuda de un humano que ha pasado por estos procesos de modificación corporal. Encontré varios ejemplos de formas de grabar y moldear la piel para que se adaptara al cuerpo.
Lo más curioso que encontré, fue una especie de prenda interior, para hacer creer que a uno 'se le ve la rayita'.
Después de la investigación, decidí ponerme a experimentar, y finalmente llegué a hacer una transformación al estilo de gofrado. Humedeciendo la piel con alcohol y ejerciendo presión con moldes, pude generar una textura que remite al volúmen que se hace gracias a los implantes.
¡Ahora hay implantes de flores en la piel!
Habrá que esperar un poco más para la prenda terminada, porque coser la piel no es muy fácil que digamos. ¡Pronto esperen fotos!
sábado, 8 de octubre de 2011
jueves, 6 de octubre de 2011
¡Cambio de look!
Sí, mi blog tuvo un total make-over. ¿Por qué? Bueno, decidí que los colores y el diseño lo hacían ver un tanto oscuro, aparte de que no tenían nada que ver con mi colección. A partir de ahora, comenzaré a compartir parte de mi trabajo de jurado, y pensé que necesitaba relacionarlo más con mi inspiración para que transmitiera un poco más mi concepto.
Por ahora, eso es todo, pero en la tarde vienen más entradas. :D
Por ahora, eso es todo, pero en la tarde vienen más entradas. :D
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