La aplicación de implantes magnéticos es aún un procedimiento experimental, al menos en cuanto a estética se refiere. Si bien los imanes eran usados en cirugías reconstructivas y procedimientos de odontología, el uso de éstos en la modificación corporal es relativamente nuevo.
El procedimiento consiste en colocar pequeños magnetos de neodimio debajo de la piel, con el objetivo de que éstos puedan atraer objetos metálicos e sentir diversos campos magnéticos, dando la ilusión de tener 'poderes sobrenaturales'. Sin embargo, éste método resulta aún peligroso, pues el metal puede llegar a cortar la piel bajo la que se esconde.
Los primeros implantes magnéticos empezaron a instalarse en los 90's, por un artista de la modificación finlandés llamado Samppa. Los imanes eran pequeños y débiles, por lo que sólo podían atraer objetos diminutos. Fue hasta que Jesse Jarrell y Steve Haworth consiguieron introducir imanes más grandes y poderosos, encapsulados en silicón, que los implantes magnéticos comenzaron a adquirir popularidad.
Después de un largo proceso en el que se suscitaron varias pruebas y numerosos accidentes con los imanes, Jarrell y Haworth lograron perfeccionar una segunda generación de implantes, cuya silicona era más resistente a la fricción, y en consecuencia no se generaba ruptura en la piel. En lo que va del 2011, se han aplicado implantes magnéticos a miles de personas, ninguna de las cuales ha sufrido mayores complicaciones a causa de ellos.
Atención: prepárate para la parte menos agradable del asunto...
Ahhhh! Quiero uno, quiero uno!!
ResponderEliminar